Los niños, niñas
y adolescentes experimentan la pobreza de forma
diferente a los adultos. Ésta se refleja en los
diferentes ámbitos de su vida, su vivienda, formación,
alimentación, estado de salud y en el ambiente familiar,
en definitiva su bienestar general puede verse afectado.
Son niños y niñas más vulnerables a sus efectos, sus
necesidades no están totalmente cubiertas y las
consecuencias pueden manifestarse a la largo de toda su
vida.
La crisis
económica de los últimos años está produciendo un
aumento de la desigualdad en la Unión Europea.
En 2011,
según la Oficina Estadística de la Unión Europea
(EUROSTAT), el 20,6% de los niños y niñas europeos
estarían en riesgo de pobreza.
En España, un 27,2% de
las personas menores de 18 años, más de 2.200.000 niños
y niñas, viven en hogares cuyos ingresos se sitúan por
debajo del umbral de pobreza.
El impacto de este
empobrecimiento resulta aún más significativo en los
hogares con menores a cargo que para la población en
general.
Las familias monoparentales, especialmente las
encabezadas por mujeres, y las numerosas son los hogares
más vulnerables frente al riesgo de la pobreza y la
exclusión.
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