sábado, 21 de marzo de 2015

El 12% de los niños en los países desarrollados sufre negligencia psicológica

El maltrato en la infancia puede tener graves consecuencias en la salud de los niños y niñas, tanto en la salud mental como en la salud física, y derivar en depresión, abuso de sustancias, conductas violentas, trastornos de la alimentación y enfermedades cardiovasculares. Durante el XXIII Curso de actualización en Psiquiatría, celebrado recientemente en Vitoria-Gasteiz, se ha afirmado que, en los países desarrollados, entre el 4 y el 16% de los niños reciben maltrato físico (entre el 5 y 10% abuso sexual en niñas, y 5% abuso sexual en niños), y más de un 12% negligencia psicológica; además, la mayoría de estos abusos suelen suceder en el propio ámbito familiar.
“Existen diferentes tipos de maltrato infantil, incluyéndose desde situaciones de negligencia en el cuidado de las necesidades más básicas del niño como la higiene, la alimentación o el cuidado emocional, hasta los casos más extremos, y afortunadamente menos frecuentes, incluyen el abuso físico, sexual y psicológico”, afirma Lourdes Fañanás, profesora de la Universidad de Barcelona e Investigadora del Centro de Investigación en Red de Salud Mental (CIBERSAM) del Instituto de Salud Carlos III, durante su ponencia. 
El maltrato infantil se produce habitualmente en el entorno familiar y, en general, son situaciones relativamente crónicas vividas por el niño durante periodos prolongados de tiempo”.
Dependiendo del periodo del desarrollo del niño en el que tenga lugar la experiencia de maltrato, así como de su naturaleza (abuso o negligencia), las consecuencias neurobiológicas y su repercusión sobre la salud mental del niño pueden ser diferentes. 
Los diferentes trastornos y su manifestación dependerán del tipo de abuso, ya que si el niño sufre de forma muy puntual un abuso violento desarrollará estrés post-traumático. Sin embargo, si el abuso es continuo y leve o sutil desarrollará trastorno de ansiedad, y al entrar en la adolescencia presentará riesgo de suicidio, adicción a sustancias.
Riesgo de depresión y otros trastornos
“Estamos empezando a comprender cómo estas experiencias dejan una huella neurobiológica que afecta a la respuesta futura al estrés psicosocial en la vida adulta”, explica la profesora Fañanás. “Existen mecanismos epigenéticos (cambios sobre el ADN) que modifican la capacidad de algunos genes para expresarse adecuadamente cuando el sujeto se enfrenta a una situación de estrés emocional, y en estos casos la persona tendrá más dificultades para regular su sistema biológico y más probabilidad de desarrollar depresión y otros trastornos”.
Pero no se trata sólo de trastornos mentales o de la conducta los asociados al trauma infantil, como se piensa comúnmente, sino que también son frecuentes los problemas metabólicos como obesidad, enfermedades cardiovasculares, problemas musculo-esqueléticas y otras enfermedades crónicas. “No todos los niños maltratados desarrollarán trastornos graves de conducta o enfermedad mental, ya que se ha demostrado que en algunos casos los niños son capaces de integrar biológicamente y psicológicamente estas experiencias”, concluye la experta

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