El escándalo del maltrato y los abusos contra los menores

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El escándalo del maltrato y los abusos contra los menores

 

09/11/2011 - Editorial.ForumLibertas.com

Con puntillosa atención y generoso espacio, una buena parte de los medios de comunicación se dedica a exponer los casos de presunta o real pederastia de sacerdotes y religiosos, la mayoría de ellos cometidos hace 30, 40 ó más años. 

Pero, cuando la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI) informa que solo el 20% de los abusos que se cometen contra menores son denunciados y, por lo tanto, la inmensa mayoría permanecen ocultos, y hablamos de abusos cometidos por padres, madres, padrastros y madrastras, miembros de la familia, profesores, entrenadores, por tanto gente adulta de todo tipo y condición, esto merece el olvido generalizado en los medios de comunicación o, como mucho, un microscópico apartado que se pierde en el conjunto de alguna de las páginas interiores. 

Por descontado que las televisiones no han prestado la menor atención.

Esta información, además vuelve a remachar el clavo de otra muy anterior, la única evaluación que se ha llevado a cabo en España, donde ya alertaba de la elevada frecuencia de maltratos y abusos sexuales en los menores. 

Hay en este sentido interesantes estudios, dos en concreto elaborados por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, ahora por desgracia en vías de cierre.

¿Qué significa esto en términos absolutos?

Pues sencillamente que el abuso sexual contra menores en España presenta una prevalencia, un número de casos por habitante, muy superior al de la violencia contra la mujer. 

Concretamente, entre dos y media y tres veces mayor. Es realmente escandaloso. 

Lo es por partida doble, por una parte por la ignorancia deliberada de los medios de comunicación ante quienes son los más débiles, porque a diferencia de una mujer en un menor es absolutamente improbable que pueda decidirse a presentar la denuncia, ya que es un ser dependiente, algo parecido a lo que sucede con los ancianos.

El otro motivo de escándalo es que mientras se han adoptado normas legislativas, recursos y medios para la violencia contra la mujer, no hay nada que se haya llevado a término para frenar esta lacra contra los menores. 

Esto demuestra una hipocresía extraordinaria. 

Los mismos que se escandalizan por desgraciados sucesos cometidos por sacerdotes y religiosos indignos, en aquellos casos que realmente ha sido así, y que son una ínfima fracción del conjunto de una práctica que corroe a buena parte de la sociedad, mantienen el silencio ante esta violencia masiva que es llevada a cabo por gente que nada tiene que ver con la condición religiosa. 

Seguramente, en esta causa encontraríamos el motivo. Ésta es una sociedad perturbada. 

Las mismas razones que hacen posible que la prostitución, en un gesto hipócrita, sea considerada como un acto que debe ser permitido, aunque favorezca el tráfico de mujeres, mientras se mira hacia otra parte para no profundizar en esta trama negra que es un baldón para España, algo parecido sucede con la violencia contra los menores.

Es de esperar que el nuevo Gobierno equilibre mucho más su atención y lo haga en términos de verdad y de racionalidad, es decir, distribuya su atención a las personas que sufren violencia de acuerdo con la importancia que esta violencia tiene en el seno de nuestra sociedad. 
A más casos, más atención, rompiendo así la proporción inversa que ahora, monumento a la injusticia porque no trata a todos por igual.