El pediatra forense Walter Lambert asegura que puede causar desde problemas neurológicos hasta la muerte.
Mariana Suárez Rueda | elespectador.com. 06.07.2012
Ante la impotencia, el cansancio y la desesperación que llega a producir el llanto incansable de un bebé, ¿cuántos padres no han terminado, casi sin pensarlo, zarandeándolo para lograr que se calle? Lamentablemente muchos. Aunque no existen cifras de esta conducta, que se considera un tipo de maltrato infantil, se sabe que sus consecuencias pueden ser muy graves a largo plazo.
Así lo ha comprobado Walter Lambert, un pediatra forense que ejerce como director médico de la Universidad de Miami e integra un equipo de profesionales encargados de proteger a los menores de edad que han sido maltratados. Desde hace 25 años, este padre de seis hijos se ha dedicado a asistir a niños y adolescentes víctimas de castigos físicos, violencia doméstica y abuso sexual, junto con sus familias.
Esta semana estuvo en Bogotá como invitado al XIXº
Congreso Nacional de Prevención y Maltrato Infantil, organizado por la
Fundación Afecto. Sus charlas impactaron a la audiencia. Para empezar y
haciendo referencia al síndrome del bebé zarandeado, Lambert explicó que
generalmente quienes le hacen daño a un menor de edad no son personas
malas, sino gente que replica la forma y los esquemas como fue criada. La mayoría de veces desconociendo que su accionar tendrá consecuencia en
la vida adulta del infante.
En el caso de los bebés que son
zarandeados, así como puede que no les pase nada, se han visto muchos
pequeños que terminan desarrollando problemas neurológicos e, incluso,
mueren por el impacto que tiene esa fuerte sacudida en su cerebro.
Desafortunadamente, dice Lambert, los pediatras no son conscientes de
este tipo de problemáticas y esto impide que se realicen diagnósticos
oportunos.
Lo anterior, asegura, explicaría por qué en Colombia se
registran tan pocos casos de maltrato en menores de 4 años. “No es
que no sucedan, sino que se desconocen”.
Y es que Lambert lo ha visto
todo. Muchas veces debe encerrarse en su consultorio a llorar para
desahogarse y en ocasiones también lo acechan las pesadillas. Pero el
tiempo, una buena dosis de humor y de espiritualidad le han permitido
aprender a manejar sus emociones.
Otro de los tipos de maltrato
que son difíciles de detectar y cada vez menos ocasionales es el
síndrome de Munchausen by Proxy.
Consiste en que alguno de los padres,
por lo general la mamá, exagera, miente o induce síntomas en su hijo
para que luzca enfermo.
En Medellín se presentó hace poco 1 de estos
casos. La madre acudió a un centro de urgencias porque su niña sangraba
por la nariz. Los médicos no encontraron nada.
Al poco tiempo
regresó alegando que ahora vomitaba sangre y tenía una deposición
anormal. Aunque clínicamente estaba bien, la hospitalizaron.
Y fue una
enfermera quien descubrió escondido en el clóset de la habitación un
tarrito lleno de sangre.
En Inglaterra se realizó alguna vez un estudio
con cámaras de video ocultas y así se evidenció la existencia de este
síndrome que se ha incluido en la literatura médica desde la década de
los 50.
¿Se trata de progenitores con algún desorden mental?
Lambert responde enfático que lo importante no es descifrar el porqué de
estos sucesos, la motivación, sino volcar la atención sobre el niño o
adolescente afectado.
Precisamente, a su juicio, esta mentalidad de
querer hallar a los culpables y castigarlos por sus acciones es lo que
hace tan diferente la lucha contra el maltrato infantil que han
emprendido países como Colombia y Estados Unidos.
Mientras en el
primero lo fundamental termina siendo la judicialización del agresor, en
el segundo hay un foco proteccionista. “La atención no está concentrada
en una condena, sino en subsanar el daño cometido y garantizar una vida
plena para ese niño”.
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